domingo, 25 de octubre de 2009

Azul

Noche azul,
Luna de sangre.
Un lobo argénteo
aúlla solitario.

Doloroso réquiem
por todo lo perdido,
por todo lo nunca,
nunca será recuperado.

No llorará, se dice.
Los lobos no lloran.
Pero él no es solo un lobo,
es más que un animal.

Llueve, llueve y llueve.
Y las lágrimas de sus ojos
resbalan y caen
y encharcan la tierra.

En el charco se refleja.
Y al otro lado del espejo,
un León.

Se miran, se aman, se odian.
Y los excesos de uno,
son las carencias del otro.

Almas imperfectas.
Espíritus entrelazados.

domingo, 4 de octubre de 2009

Rojo.

En una selva de asfalto y cemento un León avanza contracorriente. Miradas fugaces rehuyen sus ojos, alrededor gacelas se hacen a un lado mientras sigue adelante.
En el cielo un cuervo, mal augurio para muchos, símbolo de buena suerte para unos pocos. Sentado sobre sus cuartos traseros pierde su mirada en el purpúreo horizonte. Sus ojos adquieren un brillo vítreo, y algo que parece una lágrima resbala desde su ojo izquierdo hasta sus fauces. Sueña con las alas que nunca tendrá. Sueña con liberación. Sueña ser un Fénix.

Violeta

Solo soy uno en un mar de rostros.
Las probabilidades eran escasas, los números estaban a mi favor.
¿Cuán grande ha sido mi error para merecer semejante tormento?
Si infinito es el dolor, ¿lo será la gloria?