Odio. Odio como me siento, odio lo que me pasa... No lo entiendo. No alcanzo a comprender el porqué de este dolor.
Me siento mal, me siento incompleto. Falta algo, algo que haga que me sienta bien. Pues cada día que pasa me parece igual que el anterior.
Perdiéndome cada vez más en mi dolor, mi tristeza y mi rabia. Esa rabia provocada por la carencia de algo, más bien de alguien. Que me haga sentir único, que me haga sentir especial.
Y aunque en mi interior pueda hallar refugio, es insuficiente. Porque estoy anhelante. Porque espero que ocurra algo que lo cambie todo.
Sintiendo la impotencia del arrinconado, y la desesperación del que se le acaba el tiempo. Con el dolor del que le han arrancado algo y se siente vacío. Con la rabia del que quiere cambiar y no puede. Con la torpeza del que tiene miedo.
Así me siento...
Bajo la lluvia infinita, Kroenen camina por sus calles. La desolación lo domina, pero ya el cielo llora por Él. Porque solo una vez su dolor le hizo llorar, pero era un dolor totalmente diferente. O eso cree.
Se lamenta, es un iluso, esperando siempre a que ocurra lo que desea en lugar de actuar.
Se odia a sí mismo por ello. Por su miedo para actuar, por su absoluta pasividad.
En el centro de la calle Kroenen despliega sus alas, se eleva hasta uno de los tejados.
Sabe que no está solo. En su ciudad hay alguien más...
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